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sábado, 8 de abril de 2017

El Kum: brujería caníbal en Papúa Nueva Guinea


Buenos días lector:

Hoy vamos a ver un detalle curioso de la Historia de Sudamérica de la década de los setenta acerca de la brujería y las creencias de la gente del lugar. Cuando pensamos en brujería, rápidamente nuestra mente viaja a las brujas de Salem, o a Essex, y pensamos en la Edad Media y Moderna en la vieja Europa con su famosa caza de brujas por la Inquisición. Sin embargo, parece que se acaba ahí la creencia en brujas y su persecución...pero no es así; ya en un anterior artículo vimos que la Corona Española creyó necesario llevar este Tribunal a las colonias americanas. Pero vayamos hoy un paso más lejos que iremos viendo en los sucesivos artículos.
Hubo creencias de brujas en África, India y América y jugaron su papel protagonista en momentos históricos tan importantes como el Motín de la India en la época colonial británica. Hoy veremos un curioso fenómeno que se hizo popular en Papúa Nueva Guinea no hace mucho (los años setenta): 

El Kum, que significaba la brujería caníbal.
En Papúa, tras la independencia de 1975 hay una incertidumbre política y un momento de cambio de transición política colonial a post-colonial. Durante el tránsito, hay grandes enemistades entre los clanes a favor y en contra del proceso y se comienza a extender la idea que algunos de estos clanes son perversos y se dedican a pervertir a la gente y extender epidemias mediante rituales de brujería. Esta brujería tiene los rasgos y herencia de las creencias populares de estas tierras, (que se diferencian de las acostumbradas y conocidas europeas), con que los ríos tienen un papel protagonista dado que eran usados por tradición para curar.

De modo que ahora eran el escenario para enfermar, se creía que los brujos se ponían en la cabecera de los ríos para infectarlos con trozos de carne humana o los "kum" y convertir a la gente en caníbales. Los kum eran unas piedras pequeñas que poseía unos individuos de cada clan y estas piedras tenían una fuerza mágica que podía ser benigna o maligna, se podían utilizar para curar o para desatar una feroz hambre insaciable que consumía la víctima. La idea era que la persona al beber agua del río estas piedras se colaran en su garganta desatando su poder.


El pánica se extendió rápidamente, pero afortunadamente de la misma manera desapareció evolucionando a la creencia de que las brujas iban al cementerio a comer a los recién enterrados.

De modo que podemos ver que la creencia en rituales de brujería no es  un hecho que haya quedado en el pasado remoto y la extensión de rumores de magia negra para cundir el pánico ha sido recurrente cada vez que se ha creído conveniente para fines particulares.

Atentamente,                                                                                                   
Elena Rojas                     
                                                                 

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